¡Silencio! Verónica Zuluaga está en el centro del ring, su dedo índice está en el medio de su boca y su mano derecha es un puño apretado en señal de victoria. La colombiana acaba de ganar su primer combate en el boxeo profesional, lo logra con un contundente nocaut. Si tenían dudas, pues no dude, Verónica llegó para cerrar bocas golpe a golpe.
Minutos atrás la escena era otra, pero hacía presagiar el final. Verónica con total seriedad atravesaba el arco de luces. Sus pasos eran firmes, su mirada segura, lanza golpes a la cámara y se quita la capucha. Ella es la certeza de la victoria, victoria que se forja en el gimnasio.
Es allí, en el gimnasio, durante el campo de entrenamiento de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), donde se transformó en la mujer que se vio el pasado jueves 17 de diciembre sobre el ring ubicado en Puerto Colombia, en la costa atlántica del país cafetero.
Los retos que le ponían en cada entrenamiento eran muy duros. 200 burpees, correr 5, 10 o 15 kilometros con un chaleco lleno de pequeños pesos que en total podían sumar unos 10 kilogramos, darle a la pera, al saco, la guanteleta, alzar pesas, el remo, volver a correr, jalar un trineo y un largo etcétera. Los guanteos eran igual de duros, a veces tocaba hacer 60 minutos sin parar y, además, enfrentar a una ex campeona mundial como Alys Sánchez, quien ha tenido retos tan duros como medir fuerzas con Jackie Nava.
Pero esto, antes de desmotivarla, la animaba. No importaba qué pasara. Ni si lo hacía bien, ella siempre se iba con la certeza de que podía hacer más. Es el fuego interno que tiene, el mismo que le hace saber qué para sobresalir hay que dar ese extra. Extra que dio todos los días, sobre todo al siguiente. Sí, siempre volvía. No importa que a cuestas no lleve la cruz de una historia difícil, cliché, podríamos decir, al contar la vida de un boxeador. Ella no. Ella hace esto por pasión, por amor propio y así lo reflejó con su esfuerzo.
“Este campo de entrenamiento me dejó mucha confianza, porque llegué hace unos 5 meses. Uno siente que ha sido exigente, ha sido muy duro pero lo he logrado. Entrenar así te da seguridad”, comenta la Dama de Hierro, como le dicen algunos, pues su carácter se asemeja al de Margaret Thatcher: no le tiembla el pulso para tomar una decisión y ejecutarla.
Los deportes, la televisión y el diseño
La vida de Verónica va más allá del ring. Es diseñadora gráfica, lo que la ha dotado con buen sentido de la estética a la hora de postear en las redes sociales, de colocar frases con diseños llamativos y editar sus propias fotos. Ella sabe que estas plataformas son importantes para mostrarse y que la gente la conozca y sepa de ella.
No obstante, el mayor empujón para que estuviese en el radar del común fue un reality colombiano producido por el canal Caracol llamado El Desafío. “Hizo que la gente se fijara más en mí. Empecé a tener unas redes sociales más activas. Sin embargo, trato que las redes complementen con lo que soy. Si soy boxeo muestro boxeo y si entreno es lo que muestro. Trato que se vea lo que es mi vida”.
A El Desafío llega a consecuencia de su gran amor por los deportes y su buena condición física. Desde pequeña le gustaba hacer ejercicio y pasó por varias disciplinas. Hace siete años detuvo su andar en las Artes Marciales Mixtas. “Al principio era un hobby, iba dos veces por semana. Luego empecé a ir todos los días y a entrenar de forma competitiva, esto hace unos 4 años”, comenta la boxeadora que ya tiene récord profesional en las MMA.
El boxeo era parte fundamental de su preparación como atleta dentro de las MMA, pero fue hace un año cuando decidió dedicarse por completo al deporte de las narices chatas.
Esa decisión la llevó a debutar en el boxeo profesional. Verónica es una mujer de carácter y cumple su palabra. Así llegamos al martes 15 de diciembre, faltan dos días para su pelea, y viaja rumbo a Barranquilla para afrontar el reto. Su cara lo dice todo: está haciendo peso. Está sola, no habla. Llega al hotel, se registra y sube a su habitación. No se supo más de ella.
Es el miércoles 16, momento de afrontar la primera batalla, la más difícil, afirman un sin fin de boxeadores: hacer el peso. Verónica debía marcar 122 libras al igual que su rival Mirledys Hoyos. La Dama de Hierro pesa 119.2 libras y su rival 122.6. Al ser una pelea de debut la comisión pregunta: “Lo equipos están…”. “¡No! Tiene que rebajar”, lanza Zuluaga sin aspavientos, demostrando que ha llegado aquí para pelear, incluso, antes de subir al ring.
Luego de que la rival cumplió con el pacto establecido llegó la hora del combate. Sonó la campana y Mirleydis inicia como una tromba lanzando golpes desde cualquier ángulo. Verónica intenta sobrellevar el vendaval intentando imponer su jab. Sin embargo, lo desordenada de su rival hace el trabajo un poco complejo.
Al minuto del asalto la situación estaba controlada, Verónica hacia estallar su mano izquierda en recto y gancho en la cara de su rival. El castigo ya era evidente en el rostro de Hoyos. El segundo asalto fue una copia del primero, sólo cambió que en este La Dama de Hierro aprovechó aún más el desorden de su contrincante para encajar todas las manos que lanzó.
Verónica era un tigre agazapado esperando a su presa, su mirada fija en ella, el ceño fruncido y sus manos dos rocas. La antioqueña mostraba ese boxeo lindo y técnico por el que ella quiere ser recordada. Ahora está en las cuerdas, le da la vuelta y pone a su rival contra la sogas, jab y recto, jab y recto. La tiene, ella lo sabe, el árbitro también e interviene al minuto 32 segundos del segundo round. ¡Silencio! Es Verónica Zuluaga, la Dama de Hierro, que ha llegado al boxeo para callar bocas.