A 8 años de la luz de Ali

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«Ali entendía que para ser grande necesitaba de una fuerza exterior… Si peleas por ti mismo, eres tú contra los demás, y esto te motiva, pero nunca será con la fortaleza que Ali tenía. Muhammad peleaba más que por él mismo. Él peleaba por Dios, su misión era muy grande…” (Un reportero de la revista Sports Illustrated) 

Las palabras de arriba, tomadas y reproducidas textualmente, las utilizamos hace siete años o algo así, a raíz de un aniversario más de la física desaparición de quien, sin duda alguna, ha sido la más carismática figura de la historia del milenario deporte de los guantes y el cuadrilátero: Muhammad Ali, originalmente bautizado y conocido como Cassius Clay, nacido en Louisville, Kentucky, el 17 de enero de 1942 y de cuyo deceso por posibles secuelas del terrible Mal de Parkinsonse cumplirán 8 años este lunes 3 de junio, razón única que motiva estas líneas hiladas como tributo a su memoria.

La enfermedad que finalmente fue la causante de su muerte le había sido diagnosti8cada en 1984 por los médicos del Hospital Presbiteriano de Nueva Yorkunas semanas después de conocerse los resultados de los exámenes practicados porel neurólogo Stanley Fahn.

Ali luchó contra el Parkinson por más de tres décadas, con la misma tenacidad que mostró en el ring, hasta que en la fecha mencionada bajó la guardia definitivamente agotada sus fuerzas a los 74 años, ya como una leyenda del deporte en general y en un admirable y venerado símbolo de la lucha por los derechosciudadanos de sus hermanos de raza y de los de su religión, la del Islam.

Estuvo en un ring profesionalmente desde el 29/10/60 cuando debutó con una victoria en 6 asaltos frente a Tunney Hunsaker en su ciudad natal de Louisville, Kentucky, unos pocos meses después de haber ganado la medalla de oro del peso semicompleto de los Juegos Olímpicos de Roma-60, con 4 triunfos en la cita. Cuando en 1981, a los 39 años de edad, abandonó el cuadrilátero tenía 56 peleas ganadas, 37 por KO, 5 derrotas, solo una antes del límite, ante su exsparring Larry Holmes.

En nuestra prolongada trayectoria comocronistas de deportes tenemos la plena convicción de que no hemos escrito tanto de un atleta como lo hemos hecho de este singular personaje, el único peso completo que ha dominado la categoría reina en 3 diferentes etapas (64-74-78) y también el boxeador de mayor proyección universal, sino el mejor de todos los que han pisado un encordado con un par de guantes puestos si de quien más ha hablado el mundo y el más conocido desde los orígenes de su profesión, según loshistoriadores nacida hace ya unos 7 mil años.

En su ejecutoria desde 1960 hasta su retiro en 1981 llenó las páginas de los diarios, de las revistas, de la radio, de la TV, con anécdotas de todo tipo, con hechos imborrablemente registrados para la historia del pugilismo, imposible de englobar, comenzando con el nacimiento de su pasión por el boxeo despertada a raíz del robo de su bicicleta por un ladronzuelo, cuando tenía 12 años, en su natal Louisville; la conquista de la medalla de oro del peso semipesado de los JJOO de Roma-60; los varios cetros nacionales aficionados, campo en el que logró más de un centenar de triunfos; los primeros éxitos en el campo profesional; su coronación como campeón de todos los pesos en febrero de 1964 con un KO en 7rounds sobre al presuntamente indestronable Sonny Liston, a quien batióde nuevo en un tramo en la revancha; su negativa a reportarse a filas, por ser “objetor de conciencia”, adujo, y “porque no voy a ir a Vietnam a matar a ningún vietcong porque ningún vietcong me ha llamado negro”.

A todo lo dicho hay que sumar victorias sobre los mejores pesos pesados del momento, tales como Brian London, Oscar “Ringo” Bonavena, Zora Folley, Henry Chuvalo, Henry Cooper, Cleveland Williams, el excampeón semipesado Archie Moore, el también exrey completo Floyd Paterson, Ernie Terrel, 2 sobre Ken Norton, con quien perdió por decisión la primera por fractura de la mandíbula desde el primer asalto; su negativa a ir al frente de guerra le costó la pérdida de sus títulos y una ausencia del ring por 3 años y medio…

Con su estilo anticonvencional para el peso(censurado por los expertos) de moverse sin parar de uno a otro lado del ring con los brazos a los costados retornó en 1967 con varias victorias al hilo y el 8 de marzo de 1971 en el Madison de Nueva York sufrió su primer revés ante Joe Frazier, por decisión. Frazier sería luego su gran oponente en 2 peleas más, ganadas por Ali, la última el 1° de octubre de 1975 en Manila, Filipinas, que ganó cuandoFrazier no pudo responder a la campanapara el round 14, en una guerra a muerte en la que ambos terminaron extenuados y la cual, según se dijo, acortó a la larga lascarreras de ambos.

Luego de su retiro, Ali dedicó la mayor parte del tiempo a sus luchas sociales y de tanto en tanto aparecía en eventos deportivos. Así, por ejemplo, fue portador de la antorcha olímpica en los Juegos de Los Ángeles-1984 y su imagen por TV, deteriorado físicamente, tembloroso, impactó al mundo cuando encendió el pebetero en las Olimpíadas de Atlanta-96.En su retiro le llovieron reconocimientos de toda índole entre otros su inclusión al Salón de la Fama del Boxeo en Canastota, la Medalla Presidencial de la Libertad, Deportista del Siglo XX por Sports Illustrated y la BBC de Londres, Rey del Boxeo por el Concejo Mundial de Boxeo, Premio Martin Luther King y Servicio Distinguido de la Asociación Mundial de Boxeo. 

Cerraremos nuestra extensa nota, a manera de despedida de El Más Grande, El rey del Mundo, como se autoproclamó al vencer por primera vez a Liston, y que cambió su nombre porque Cassius Clay era “nombre de esclavo”, dijo, con elrelato que escribimos hace unos pocos añossobre la que  sin duda alguna fue la más candente y divulgada de las peleas de Ali y con seguridad la más dramática y Real Pelea de Todos los Siglos de la historia del ring, tal fue en choque de Kinshasa, Zaire, hoy República Democrática del Congo, el 30 de octubre de 1974, montada por el promotor Don King, con Ali y George Foreman en las esquinas, el segundocampeón defensor y amplio favorito en las apuestas, no así para los espectadores, abrumadoramente inclinados hacia el retador, que volvía en busca del trono perdido fuera del ensogado aupado por el grito “Ali, bumayé, Ali Buyamé (“Ali, mátalo#) en idioma local:“…bajo un calor sofocante, entre las 3:00 y las 4:00 de la madrugada, hora local del miércoles 30 octubre de 1974–unas 5-6 horas por delante en relación con la del Este en EE.UU. y en varios países de Suramérica, donde eran entre las 9 y 10 de la noche del martes 29—en el estadio 20 de Mayo de Kinsasha, la exLeopoldville, capital de Zaire, hoy República Democrática del Congo, en África Central.

La capacidad del local, de unas 60 mil personas, fue rebasada por poco menos que el doble, la mayoría de los espectadores integrada por enfervorizados aficionados anhelantes de un triunfo del aspirante de 32 años, Muhammad Ali, de 1,91 de estatura y 216 libras (97,976 kilos), a quien auparon –y con la mayor estridencia en los 23 minutos y 58 segundos de las acciones–en el combate de su ídolo contra el imbatido George Foreman, de igual estatura y 220 libras (99,790 kilos), 7 años más joven, campeón mundial del peso completo de la decana Asociación Mundial de Boxeo y del Consejo Mundial, a los gritos en lengua lingala nativa de “¡Ali, bumayé!, ¡Ali, bumayé!” (“¡Alí, mátalo!, ¡Ali, mátalo!”)

Para escribir este artículo regresamos al video frente al televisor, de retorno a octubre del 74. Recordamos así las viejas escenas jamás borradas. Vimos otra vez a un Foreman de trusa roja saltar como un enfurecido y hambriento león, o como un toro de lidia, e iniciar un estilo y ritmo de pelea nunca modificado en aquel breve tiempo: empujaba y empujaba, atacaba y atacaba, con la cabeza gacha, a un Ali de pantaloncitos blancos que se protegía con los guantes sobre la cara y de pronto tiraba dos veloces ganchos, un recto, un upper, reclinado de espaldas a las sogas, lo que llamó “rope a dope”(sin traducción al español) mientras sujetaba el cuello del campeón con el guante derecho o bien con el izquierdo. Foreman soltó 50-100-200-1000 golpes con todo su poder, que Ali paraba con brazos y antebrazos, lo que hizo durante 7 interminables rounds, mientras el rival se agotaba, a ojos vista. Así, sin mayores variantes, la refriega se extendió hasta el round ocho. 

En ese asalto, un ya extremadamente exhausto Foreman, sin fuerzas, agotado de lanzar tantos e inútiles disparos, enterró una vez más la cabeza. Ali lo golpeó entonces secamente. Y se amarró otra vez. Se apartó, se agarró y golpeó de nuevo, dos, tres veces más. A escasos segundos para el cierre del asalto el retador desató un ataque decisivo. Estremeció al adversario con una izquierda a la cabeza, otra derecha, una combinación de ambas manos y de pronto: ¡PAM! El guante derecho dio de lleno en el blanco y Foreman inició una lenta, estrepitosa y dramática caída a la lona, descalabrado, absolutamente descoyuntado, cual un pesado saco de cemento, y con el desplome, con su última y única caída, huía el título hacia otro dueño, mientras el estadio se sacudía con los gritos de euforia de los miles de asistentes. El campeón se levantó precariamente, con las piernas bamboleantes. Pero ya el árbitro, el exbasquetbolista de los Trotamundos de Harlem, Zachary Clayton, había completado la cuenta fatídica de los 10 segundos, a los 2´58” del asalto.​​.

El dramático desenlace no fue sino el triunfo de la inteligencia sobre la fuerza, afirmación esta reforzada después de haber visto la cinta por enésima vez. de aquella contienda publicitada por King como “Rumble in the jungle” (“Retumbo en la selva”), que es, repetimos, la más célebre, emocionante, inolvidable y dramática pelea de todos los tiempos y de cuya puesta en escena se cumplen ya hoy 49 largos años, la razón de una nota similar escrita, repetida y publicada varias veces con numerosas enmiendas.

Un dato adicional: en los siete rounds iniciales Ali tenía ventaja en las tarjetas del árbitro y los dos jueces (en la actualidad, como se conoce, no vota el referí y actúan 3 jueces). Zachary Clayton la tenía 68-66 y los jueces Nourridine Adalla (Túnez) y James Taylor (USA), marcaban 70-67 y 69-66, respectivamente por el de Louisville, el peleador que volaba como una mariposa y picaba como una abeja, ”el más grande y el más bello de todos los boxeadores”, se llamaba a si mismo el irreverente hombre del ring que osó desafiar al poder político de su país al negarse a formar filas en el ejército en 1967 y que no dejó de luchar por los derechos civiles y de su religión del Islam. Luego de la pelea con Foreman se mantuvo en acción hasta 1981. Enfermo de Parkinson desde 1984, falleció a los 74 años, poco más de 2 décadas después de sufrir el mal. La causa del deceso fue un choque séptico (una grave infección corporal que provoca una brusca baja de tensión arterial), el 3 de junio de 2016”.


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