No son ciertamente abundantes las normativas en la historia del deporte mundial que hayan tenido tanta importancia y trascendencia como las bautizadas y popularmente conocidas como las 12 Reglas del Marqués de Queensberry, bujías que le dieron un singular impulso y que han servido de motor y guía al boxeo desde hace ya casi 160 años (158, concretamente), cinco de las cuales se mantienen vigentes desde cuando las elaboró y redactó el entrenador y periodista inglés John Graham Chambers con el patrocinio del aristócrata cuyo nombre llevan y que fueron aplicadas desde 1865-hay quien dice que en 1867- originalmente en el Reino Unido, más tarde en EE.UU. y Canadá por 1889 hasta extenderse por el resto del mundo.
El tema, del cual escribimos con largueza hace ya más de un lustro, lo traemos nuevamente hoy a colación movidos por la pregunta que nos formulara hace unos días un viejo amigo, un acérrimo fanático del deporte cuyo origen se supone data de unos 7 mil años y que se cree nació en el desaparecido reino de Abisinia en el África Oriental, hoy Etiopía.
Un poco para saciar la sed del curioso amigo de marras y un poco también para conocimiento de los llegados tarde a la pasión por el deporte de los puños, intentaremos emprender un rápido viaje en el tiempo hasta parar en 1865, año en el cual, como adelantamos, nacieron para bien del boxeo las muy mal llamadas reglas del IX Marqués de Queensberry, John Sholto Douglas, aristócrata inglés que les prestó su nombre para la posteridad y que en realidad fue sólo el promotor del nuevo código que constaba de 12 reglamentaciones, 5 de ellas, iteramos, aun conservadas tales son las 3-4-6-9-11 con ligeras modificaciones en la actualidad.
También incluían la divisiones por categorías de peso con las 8 originales–hoy son 18, con la del bridger, entre crucero y pesado, creada y aun solo reconocida por el CMB– que eran el mosca, gallo, pluma, ligero, welter, mediano, semicompleto y completo.
No sobra añadir que el marqués, nacido en Florencia, Italia, pero escocés de origen, sostuvo en1895 un juicio con el famoso escritor inglés, irlandés de origen, Oscar Wilde (El Retrato de Dorian Gray y La Importancia de Llamarse Ernesto, entre sus obras), a quien acusó de sodomita por la relación sentimental de este con su hijo, lord Alfred Douglas, juicio que le valió prisión por unos meses. Sin embargo, ante nuevas evidencias en su contra a la postre Wilde fue hallado culpable, condenado a dos años, quedó económicamente quebrado y murió prematuramente, quizás por la aflicción, poco después. Pero esta es una historia diferente, sin relación alguna con el tema que nos ocupa. De vuelta con dicho tema, luego de la digresión, la verdad es que, como dijimos, el partero de las reglas fue el entrenador y periodista británico John Graham Chambers, miembro y fundador del Club Atlético Aficionado de Londres, quien las redactó en 1863 e hizo públicas 2 años más tarde para su aplicación con carácter obligatorio en 1865 en el Reino Unido inicialmente y más tarde en 1889 en Canadá y Estados Unidos y luego en todos los países en los que el boxeo tiene actividad.
Dichas normas, génesis del boxeo moderno, llegaron para sustituir a las 23 del London Prize Ring, de 1838–a su vez reemplazantes de las 7 de 1743 creadas por el excampeón peso completo Jack Broughton– y que dieron fin al tradicional combate a manos limpias de 2 siglos atrás, a la par que con las peleas que cesaban cuando caía extenuado o moría uno de los oponentes.
En la docena de normas de Chambers, o de Queensberry, como más se les llama, aparte del obligado uso de guantes, sobresalen muy especialmente la 3 y la 4, referidas respectivamente a la duración de 3 minutos por round con 1 de descanso y a la del fin de la pelea si el púgil caído no reacciona y se pone de pie 10¨después de haber sido derribado. Tal cual permanecen hoy.
En este muy breve recuento es ineludible citar a John Lawrence Sullivan (1858-1918), “El Muchacho Fuerte de Boston”, primer deportista estadounidense ganador de más de $1 millón y el último soberano mundial del peso completo a puño limpio, además del primero con guantes, mérito este que también hay quien otorga a James J. Corbett, único vencedor de Sullivan, que dejó el ring con una marca extraoficial de 38 victorias, 32 nocauts, 1 derrota y 1 empate. Otros le asignan 41(36)-1-3.
Sullivan ganó el cetro a manos limpias ante Paddy Ryan con un KO en 9 asaltos en febrero de 1882 y lo refrendó 7 años más tarde, frente a Jake Kilrain, el 8 de julio de 1889, en un encarnizado pleito de más de 120 minutos que Sullivan decidió en el 75° round.
Antes de Kilrain, el 29/8/1885 noqueó en 6 a Dominic McCaffre en Cincinnati en la primera pelea con guantes de la historia. Luego de 5 combates más sin el título en juego y del compromiso con Kilrain, se retiró en 1889. Regresó para manchar su récord ante Corbett en 21 asaltos, el 7/9/92 en el Club Olímpico de Nueva Orleans.
Regresemos por unas líneas más al real padre de las reglas, John Graham Chambers para asentar que fue también él quien ideó elevar el cuadrilátero a 91 centímetros del suelo (y no más de 1,22m) para ofrecer una mejor visión a los espectadores. Originalmente de 7,30 metros de largo, con 2 cuerdas por lado, con el paso de los años el ensogado pasó a 3 cuerdas por lado y luego a 4 (16), como es en la actualidad. En ese entonces sus dimensiones se fijaron entre 4.90 a 6.90 metros, con una altura no menor de 0.90 metros del suelo ni mayor de 1.22 metros, como indicamos.
Termina aquí, por lo pronto, este añejo cuento que en realidad es bastante más extenso.