La llegada de Rolando Romero hasta la oportunidad por el título interino de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) ha sido un camino complicado. El estadounidense de origen cubano ha superado obstáculos y solo el destino, combinado con su esfuerzo, le han permitido ascender hasta donde está hoy.
Se enfrentará al difícil dominicano Jackson Maríñez este sábado en el Mohegan Sun Casino, de Uncasville, Connecticut, un sueño alcanzado después de una serie de acontecimientos que han ocurrido, incluso antes de su nacimiento.
Romero, quien está invicto en 11 peleas profesionales, habló con el portal Fansided.com sobre su vida, los esfuerzos de su padre en Cuba para llegar a Estados Unidos y todas las veces que se ha levantado a pesar de momentos difíciles.
Su padre, Rolando Romero Sr. fue boxeador y ganó el título nacional en Cuba en tres ocasiones. Sin embargo, su intención de ascender al boxeo profesional se vio bloqueada por la situación política de su país y en 1991 intentó escapar de la isla, pero su plan falló.
“Mi padre intentó escapar originalmente cuando tenía 27 años. Fue arrestado y puesto en prision por dos años. Le daban de comer solo una cucharada de arroz, y en las noches, un vaso de agua con azúcar. Lo alimentaron con eso durante un mes corrido y estuvo dos años en prisión”, cuenta Romero a Fansided.
Pero la persistencia y constancia de Romero fueron heredadas de su padre, quien hoy en día es su entrenador. Esos dos años en prisión le sirvieron a su progenitor como motivación para poder escapar nadando hasta la bahía de Guantánamo en 1993, y a pesar de que un gran amigo que lo acompañaba murió ahogado, él pudo alcanzarla y finalmente ser trasladado a Miami.
Sin ese hecho, “Rolly”, quien nació dos años después (1995) en suelo estadounidense, probablemente no ocuparía el puesto en que se encuentra hoy en día.
Aunque el primer deporte que practicó fue el judo, Romero cuenta que se inspiró en boxear por un deseo de ir a los Juegos Olímpicos y reconquistar un viejo amor perdido, algo que nunca consiguió, pero de lo que le quedó el amor por el deporte de las narices chatas y la carrera que ha emprendido desde 2016.
El peleador de 24 años de edad también relata, aunque a medias, un momento complicado de su vida en 2017, en el que asegura que las palabras de Floyd Mayweather Jr., su promotor, le salvaron la vida. Aunque no dio muchos detalles, prometió tener esa conversación con Floyd, quien tampoco sabe lo sucedido, en el caso de que consiga la faja negro y oro.
“Floyd me salvó la vida en 2017. No es el momento adecuado para que me detenga. Es solo una cosa que hizo que cambió mi vida por completo «, aseguró Romero.