El sábado 31 de marzo, en Cardiff, Gales, el rey de los pesos pesados, Anthony Joshua tiene una cita con el neozelandés Joseph Parker, por el título de los pesos pesados de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), igualmente invicto, revestido de buenas cualidades boxísticas, pero se piensa que para robar el botín tiene que saltar a otro nivel desde el arranque.
En el guión de estos combates, un golpe lo cambia todo. Parker, con 24 victorias, de ellas 18 por la vía del nocaut, y cero derrotas, es el campeón de la Organización Mundial de Boxeo (OMB) y uno de los pocos hombres que pueden amenazar la estadía de Joshua en las alturas, quien es el súper campeón de la AMB y monarca regular de la FIB y la IBO.
Con todo esto en juego, y la promesa de una batalla a la vuelta de la esquina con el estadounidense Deontay Wilder, titular del CMB, las consideraciones están en su punto de ebullición, tomando en cuenta que el Principality Stadium será «tomado» por más de 80 mil personas.
Con la marca sublime en su carrera de haber noqueado a Wladimir Klitschko en abril de 2017, victoria que consagró a Joshua. El ucraniano había gobernado a gusto la división por los diez últimos años, el inglés de 28 años y con números perfectos de veinte pleitos y veinte nocauts, lo que lo convierte en el favorito para esta contienda.
Sin embargo, Parker, dos años menos, con ganas de obtener el trono, tiene alguas facultades por encima como la velocidad, poderosa quijada y aguante por si la pelea se alarga. Pero acá la pregunta que se mueve por todas partes es, ¿de verdad podrá?
Oro olímpico en Londres 2012, Joshua, promovido por Matchroom Boxing de Eddie Hearn, tiene a su favor su pegada devastadora, su alcance sobre Parker, no obstante, las dudas de sus actuaciones están enfiladas a su estamina de mitad de pelea hacia adelante.
Joshua, como rey, recibiendo la nada agradable visita de Parker, pero en el guión parece que puede salir bien librado.