Pablo sube al ring con rigurosa parsimonia. Espera la llegada de los boxeadores, les observa subir y caminar a sus esquinas. Revisa metódicamente los implementos de cada luchador. Les ordena caminar al centro del ring, sólo para recordarle a ellos y a sus entrenadores las reglas del combate que está por iniciar. Cumplido el ritual reglamentario, envía a los peleadores a sus esquinas, apunta su mirada hacia los jueces, y apoyado en su propio eje al centro del cuadrilátero extiende su brazo derecho y con voz firme suelta la orden: fight!

Ceremonia ordinaria para un referee de boxeo experimentado, sólo que los peleadores apenas inician su camino como atletas en este deporte y Pablo Pérez, el tercer hombre en el ring, acaba de cumplir sus 18 años.

“Soy boxeador y me gusta mucho el combate, pero también el arbitraje, y en este momento estoy dedicado sólo a esto”, afirma Pérez, oriundo de Altagracia de Orituco, Guárico, población ubicada en el centro de Venezuela, a 160 kilómetros de Caracas.

En la pasada edición del Festival de Boxeo Gilberto Mendoza, celebrada en Maracay, Pérez fue parte del equipo técnico de la competencia, alternando roles de referee y juez junto a otros integrantes del staff. Su seriedad y responsabilidad destacaron, en especial su resolución cuando debía intervenir para detener un combate ante la superioridad manifiesta de uno de los combatientes.

Rafael Hidalgo León, avezado dirigente del boxeo venezolano, fue uno de sus descubridores.

“En 2022 fuimos a Altagracia de Orituco a organizar un Nacional Junior, y dictamos allí un conversatorio, en el que extendimos la invitación a los asistentes a hacer un curso dictado por la Comisión Nacional de Jueces y Árbitros. Y Pablo Pérez se presentó e hizo el curso”, relató León Hidalgo.

“Vimos que el que más adelantó de ese grupo fue él. Entonces, lo invitamos a participar en la competencia nacional. Le dimos peleas suaves, pero todo el mundo vio al muchacho trabajando y que era bueno. Entonces nos preocupamos más por él, por enseñarlo. Rápidamente agarró el ritmo. Ya tiene dos campeonatos nacionales, y cada día lo hace mejor. Le gusta leer los reglamentos, está al día, se baja del ring y pregunta a los más veteranos cómo vieron su trabajo, si se equivocó, y pide consejos de cómo debe mejorar algún aspecto. Todo eso demuestra su interés en salir adelante”.

Su seriedad y delgadez esconden bien la facilidad de verbo que caracteriza al llanero venezolano. Llegó al Centro Recreacional Yesterday de Turmero, en Aragua, junto a la delegación de Guárico que participaría en el Festival Gilberto Mendoza, que con siete ediciones en Venezuela ya se ha convertido en un semillero de sueños y futuros campeones. Pablo sabía que iría allí como referee y juez, aunque el fuego de boxeador aún flamea en su interior.

 “Decidí hacer el curso de jueces y árbitros y comencé a practicar y practicar. En un campeonato nacional que hubo allá donde vivo, vieron que tenía potencial y me dejaron como juez árbitro nacional. Como dije, me gusta mucho el combate, pero en este momento estoy completamente dedicado a esto. Y la verdad, me gustaría llegar a arbitrar en una pelea de título mundial o también unos Juegos Olímpicos. Es mi sueño ahora”.

Pérez estaba supuesto a ser parte del staff técnico del Campeonato Nacional Élite, que se celebrará este fin de semana en Calabozo, Guárico.

“Pablo es un joven que está en primer año de medicina en la Universidad, aunque detuvo los estudios por la muerte de su padre”, comentó León Hidalgo. “Es un muchacho de pueblo, y como todos, necesita apoyo y una mejor orientación para salir adelante en medio de las circunstancias difíciles que le ha puesto la vida. Pero ahí va, con mucha seriedad. De nuestra parte, estamos buscando que pueda conseguir una beca para que se dedique a sus estudios universitarios. En lo personal, con tantos años que llevo en el boxeo, le veo una gran perspectiva. Va por muy buen camino y podría ser uno de los mejores”.