No es fácil vencer a una leyenda. No importa si la leyenda tiene 42 años. El cubano Yordenis Ugás ha sumado a su registro de victorias el nombre de uno de los más grandes de todos los tiempos, Manny Pacquiao, tras dominarlo en la T-Mobile Arena de Las Vegas, y el resultado inmediato provoca dos cosas: pone al filipino en la puerta de salida y Ugás se perfila para mayores retos tal como la unificación de los cinturones.

Hablando de cinturones, el originario de Santiago de Cuba retuvo el súper campeonato de la Asociación Mundial de Boxeo después de trabajar de forma magistral con dos acciones que se convirtieron en su marca registrada: el ataque severo al cuerpo y el volado de derecha a la cabeza que le amargó la noche a la leyenda que lució arañado por el paso del tiempo. A eso hay que sumarle una defensa bien cerrada que evitó mayores daños.

Ugás impresionó por esa manera madura de asumir un combate con once días de anticipación, por el diseño de una estrategia perfecta y desafió la lógica creyendo que la victoria estaba a su alcance de la mano del entrenador Ismael Salas.

Del primero al sexto round, podemos graficar un choque muy parejo. Pacquiao mostró destellos del peleador rápido de años anteriores, con abultado volumen de golpes, pero rápido quedó en evidencia que el campeón no llegaba a entregar el botín, peleando cerebralmente, arriesgando lo justo para extender la pelea.

“Yo salí a competir”, dijo Ugás. “Cuando sentí que tenía el control seguí trabajando en eso. Soy un guerrero”.

Después del capítulo seis, Ugás asentó su boxeo con un alto voltaje de agresividad, a la vez que el filipino perdía revoluciones. En este tramo fue notable que los golpes de poder los conectaba el cubano. En los dos rounds finales, el senador absorbió recio castigo y fue lo que terminó de dar la victoria al cubano.

“Hice lo mejor que pude, pero lo mejor no fue suficiente. Voy a pensar mi futuro en el boxeo, pasaré tiempo con mi familia, y gracias a todos por estar pendientes de mi durante todos estos años”, finalizó.