Sin mucho alarde, con una sonrisa tímida y con la humildad que lo caracteriza, Alfonso Blanco se convirtió en el primer campeón medio de Venezuela. El sábado 10 de octubre en Caracas contra Sergey Khomitsky, Blanco logró el mayor logro de su carrera hasta ahora y ratificó porqué en algún momento fue el diamante del boxeo venezolano.
“Llegué al boxeo a los doce años, por sugerencia de mi papá. A mí no me gustaba mucho, pero lo hice por curiosidad”, comentó el púgil, quien luego de entrenarse por primera vez en el gimnasio Armando Camacho de La Cañada, decidió que esta sería su pasión.
Poco a poco Blanco fue forjándose como uno de los boxeadores con más proyección en el país y en el amateur llegó a ser subcampeón de los 75 kilogramos en el mundial de 2007 celebrado en Chicago. “Ha sido una de las mejores experiencias que he tenido en mi vida, fui a muchos torneos y siempre estuve entre las medallas”, dijo.
Luego de obtener varios logros en el boxeo olímpico, el criollo sintió la necesidad de dejar la selección. “Ya no tenía la motivación en el amateur, tenía 22 años de edad y no iba a retirarme. A mí nunca me llamó la atención el profesional, mi sueño era ganar una medalla olímpica. No pude hacerlo aunque estuve en las olimpiadas y junto a la desmotivación que tenía decidí dar el salto”, atizó el caraqueño, quien dio el paso al profesional
“Mientras estaba en el amateur conocí a un manager llamado Cameron Dunkin. Él me ofreció un contrato y no lo acepté. Cuando decidí dar el salto le escribí por correo y él me dijo que aún estaba interesado y me hizo firmar un contrato con Golden Boy Promotions”, comentó el boxeador quien inmediatamente se mudó a Carson, California, para comenzar sus entrenamientos y su carrera. “Estuve en un gimnasio con grandes peleadores como Antonio Margarito, Brandon Ríos y Kelly Pavlik y me entrenaba con ellos, así que fue una gran experiencia”. Pero no todo fue color de rosa para Blanco.
Resurgió
El criollo comenzó a tener diferencias con su manager. “Yo me vine a Venezuela. Dunkin quería que me quedara en Estados Unidos y le dije que yo iba cuando tuviera que pelear. La promotora me buscaba las peleas y él las tumbaba. Se me cayeron peleas consecutivas y eso me desmotivó. Por eso decidí volver a Venezuela”, dijo el venezolano, quien rompió todo nexo con el apoderado norteamericano. Pero aún había esperanza para el criollo.
“Yo estaba decidido a retirarme, pero el profesor Andrés Montañez prácticamente fue a mi casa y me dijo que había nacido para ser campeón mundial”, dijo Blanco, quien se apoyó en su entrenador de toda la vida y su nuevo manager, Raúl Márquez, quienes le presentaron una propuesta sin compromiso de ir a España. “Fui a un viaje de preparación allá y cuando me enfrenté a los peleadores que había me di cuenta de que podía dominarlos y decidí regresar”, sentenció el pugilista.
Luego de ese resurgir, el criollo fue firmado por Jupiter Fight Boxin y comenzó a pelear en las carteleras de la promotora. Llegó a ser campeón internacional plata superwelter y ahora logró el campeonato mundial interino medio de la Asociación Mundial de Boxeo.
Blanco no se ha caracterizado por ser un noqueador. Más bien, el caraqueño es un peleador más de técnica. “El boxeo es inteligencia. Esto es un arte. La idea es pegar y no dejarse pegar. A mí siempre me ha interesado ser el mejor peleador técnico. Si no sale el nocaut es muy difícil que un peleador me gane a mí porque tengo técnica e inteligencia”, dijo Blanco, quien conserva su invicto en doce peleas y tiene una guardia que le ha dado éxito a boxeadores como Floyd Mayweather.
“La guardia cruzada es la más incómoda que puede tener un boxeador. Con ella el boxeador queda de lado y en el gimnasio siempre me inculcaron pelear con guardia cruzada”, comentó el púgil, quien le da mucha importancia a no recibir golpes. “Cada impacto que te dan te va dejando secuelas con el pasar de los años”, señaló.
Además, Blanco reconoce que no tiene muchas batallas en profesional, pero sí en amateur. “Yo hice más de 400 peleas en amateur y eso es una base. Lomachenko y Rigondeaux son ejemplos del salto al amateur al profesional y han tenido éxito. Recorrí el mundo boxeando y tengo confianza de defender este título”, prosiguió el caraqueño.
Golpe de valor
Aunque no nació en la capital, el boxeador ha vivido toda su vida en la popular parroquia 23 de Enero. “Yo nací en Yaracuy porque mi mamá tuvo una fractura en la pierna y mi abuela la cuidaba. A los meses me trajeron a Caracas y toda mi vida la he vivido en La Cañada”, atizó el púgil quien se ha conectado muy bien con la gente luego de ganar el título mundial. “La gente de la parroquia 23 de Enero está muy contenta de que un muchacho de aquí sea campeón mundial”.
Su próxima meta será ayudar a la casa que lo vio desarrollarse como boxeador. “Quiero ayudar al gimnasio. Lamentablemente nadie le ha echado una mano y quiero retribuirle todo lo que me han dado”, prometió el caraqueño.
Primero la familia
Blanco tiene una historia atípica en cuanto a la historia del boxeo. Con una familia que siempre lo ha apoyado, el caraqueño se distancia del cliché de boxeadores que vienen de hogares disfuncionales. “Yo le debo esto a mis padres. A mí no me faltó nada, yo quizás tuve suerte de que mis padres me inculcaron valores y una buena educación. La mayoría de los boxeadores no les pasa así, soy afortunado”, comentó el púgil quien podría seguir los pasos de Antonio Esparragoza y convertirse en abogado.
“Yo estudié hasta el cuarto semestre de Derecho, me retiré cuando me fui a los Estados Unidos, pero en algún momento voy a retomarlo porque ese es otro título que quiero”, dijo sin dudar el criollo quien deja todo al trabajo. “La constancia es lo que hace a un buen boxeador. Tú puedes tener el talento, pero si no eres constante no vas a llegar lejos”, cerró Blanco quien sin duda es un ejemplo dentro y fuera del cuadrilátero para la juventud que quiere incursionar en este deporte.